En este blog aparte de tratar temas de los que ya hemos hablado
como música, filosofía o cine, también vamos a tener nuestro pequeño rinconcito
para la literatura. En la primera entrada sobre este tema voy a hablar de un
libro titulado “Lo que le falta al tiempo” de Ángela Becerra. Ése ha sido el último libro que ha caído en
mis manos.
Mazarine es una estudiante de pintura que vive en el Barrio
Latino parisino. Tan sólo cuenta con la compañía de su gata, Madeimoselle, y el
cuerpo de una preciosa adolescente muerta llamada Sienna. Mazarine consigue que
el pintor al que más admira, Cádiz, de sesenta años, acepte darle clases. A
partir de ese momento, entre los dos nacerá a través de la pintura una pasión
que conseguirá desbordarles. Además, Mazarine también a Pascal, un chico que se enamora perdidamente
de ella en cuanto la ve pasear por las
calles de París. Paralelamente a estas dos historias de amor, una secta
intentará averiguar el paradero de La Santa, una mítica joven muerta a la que
rinden culto.
Mazarine es una persona que está acostumbrada a vivir sola;
es huérfana y el único amigo que tenía se fue del país. Lo único que rompe su
soledad son sus charlas con Sienna. Mazarine tiene la costumbre de entablar
conversaciones con la muchacha para resolver sus problemas. Tras las
apariciones de Cádiz y Pascal en su vida, estas charlas aumentan. Mazarine
representa a una chica virginal que conoce el amor y la pasión gracias a Cádiz,
pero el pintor es un hombre casado por lo que no puede darle todo lo que ella
pide.
Cádiz es un pintor con síntomas de Dorian Gray, que se niega
a admitir que ha envejecido con el paso de los años. En Mazarine, descubre la
juventud y las ganas de vivir que él ha perdido. Pero, como es de esperar, todo
esto le lleva a tener problemas son su esposa, Sara. Por un lado, Sara intenta
convencerle que no está igual que veinte años atrás; por el otro, al encontrar
la pasión con Mazarine, vuelve a sentirse joven desde hacía mucho tiempo.
Aparte de este principal problema, Cádiz es una persona egocéntrica y vanidosa,
sólo piensa en sí mismo, todo lo demás no importa. En la lectura, se encuentran
varias situaciones en las que se produce una lucha interna del pintor, en la
que sin darse cuenta luchan Sara y Mazarine.
Aparte de toda la historia, el libro tiene un matiz
filosófico respecto al tiempo tal y como nos anuncia el titulo. En la novela,
transcurren multitud de monólogos filosóficos sobre el tiempo, la finitud, pero
especialmente sobre lo que le falta al tiempo, pararse.
Y para terminar, traigo dos extractos del libro para aumentar vuestra curiosidad.
“-¿Crees que se puede
vivir estando muerto?
-Estamos muriendo cada
día; lo que pasa es que lo olvidamos. Si no lo hiciéramos, no podríamos vivir.
El olvido es un mecanismo de defensa, un velo que empleamos para cubrir lo que
nos duele.”
“¿Y qué pasaba con su
sed? ¿Con esa sed de cuerpo y arte? Su músculo comenzaba a pudrirse de vejez y
de su arte brotaban pústulas. ¿Podía vivirse aún como muerto viviente?¿sabiendo
que su tesoro no sería jamás para él? ¿Podría seguir sabiendo que su hijo
saboreaba la que era su fruta?
Dolor líquido.
Le venían arcadas de
lágrimas secas, de rabias vomitivas que no quería sentir y no podía expulsar.
Su cuerpo: Naturaleza
muerta.
Un cuadro mortecino
que se desintegraba delante de sus narices. Pedazos de glorias trasnochadas que
se perdían en las tinieblas.”
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