El calzado en la antigua Roma

     En lo tiempos de la antigua Roma era fácil saber de que clase social era una persona mirando el vestido que llevaba e incluso por su peinado y su calzado. El calzado, según el tipo que fuera, tenía un signo de estatus. Las caligae eran usadas por el ejercito, las pero por la plebe, y así con varios tipos de calzado. En Roma, los zapateros fueron generalmente hombres libres, es decir no estaban sirviendo como esclavos de nadie. Ejercían su profesión en pequeños talleres alquilados (taberna sutrina). Algunos conocieron grandes fortunas con el oficio. El cuero era el elemento principal a la hora de fabricar el calzado, se colocaba en una pieza de madera con la forma de un pie y cuando se lograba una forma básica, se introducía en una pieza de metal (solía ser hierro o plomo), donde con el cincel y el martillo se retocaba las partes más difíciles hasta lograr el producto deseado.
Aquí expongo algunos de los calzados que se usaban en Roma:


Pero: Usadas por la plebe, el pero era un calzado sin tacón que cubría el tobillo y dejaba libre la pierna. 

Calceus: Era el calzado cerrado formal de los romanos para llevar con la toga. Se usaba fuera de casa. 

Calceus patricius: Era un zapato cerrado, que subía hasta gran parte de la pantorrilla y se anudaba con tiras cruzadas.


Caligae: Usadas por el ejercito, las caligae se sujetaban bien al pie. La suela iba reforzada con clavos de hierro o cobre. El hijo pequeño de Germánico, el emperador Calígula, se crió entre soldados y éstos, que le profesaban un gran cariño, le pusieron el mote de Calícula ("botitas") en referencia a la indumentaria que llevaba el niño en el campamento, ataviado con sus pequeñas botas militares, las caligae.

Soleae: Consistía en una simple suela atada sobre el empeine con dos correas. Eran como sandalias. Se usaba sobre todo en casa, ya que estaba mal visto llevarlas en público. 

Solo alto: También conocidas como coturno, era usado sobre todo por los actores en las representaciones teatrales. 



     Las mujeres, en el hogar, solían usar el soccus, una zapatilla decorada y parecida a una pantufla. El calzado femenino casi nunca llevaba tacón (a diferencia de hoy). Se distinguían del calzado masculino en el empleo de un cuero más suave y el uso del color. También existían una especie de caligae para ellas, más elegantes y sin tachuelas en la suela. Ovidio, en su Arte de amar, afirma que la aristocracia romana atribuía una gran sensualidad al calzado estrecho y ceñido en las mujeres.

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